El departamento de Torsten estaba hecho una verdadera pocilga.
Absolutamente todo tirado, los trastes en el fregadero sin lavar
y apliados aùn con restos de comida.
Ropa sucia por todas partes; en el piso, en las sillas y mesa,
en el baño, en la recámara y sobre la cama.
El pobre muchacho llevaba un mes sin salir de su casa
y su semblante era como de un muerto viviente, no precisamente zombie;
Más bien como si se le hubiera podrido el alma.
No sabía ni en qué día vivía, las noches y días transcurrían sin que se percatara de ello.
Ni siquiera estaba en su cama, se encontraba tirado en piso de la sala entre ropa sucia y su propio vómito. El mal olor ya se colaba hasta el pasillo y había llamado la atención de los vecinos.
Varios de ellos, molestos, habían ido a tocarle la puerta sin que les respondieran.
El casero, notificado por estos, decidió irrumpir en el departamento.
La escena que se encontró lejos de hacerlo enojar le conmovió.
Sintió profunda lástima por su inquilino y decidió ayudarle, se llevó a Torsten a su casa y le pagó a la señora que hacía la limpieza del edifcio para que recogiera, ordenara y limpiara todo.
La seño le cobró caro, un mes de sueldo enterito por limpiar aquello.
Torsten estuvo 3 días viviendo con su casero y al cuarto lo regresó a su casa sin haberle logrado sacar una sòla palabra pero entre la esposa del buen samaritano y éste consiguieron meter a Torsten a la regadera y lo bañaron. También lograron hacer que comiera algo, no mucho, unos sorbos de sopa nada más.
Un domingo en la noche, las 12. Torsten sin siquiera pensarlo salió de su casa.
Deambulaba por las calles y podría decirte que ni siquiera pensaba en algo,
era la nada apoderada de su mente.
Llegó a una esquina donde había varios chavos echando relajo, más bien platicaban a gritos y soltaban groseras carcadas. Era una bola de maricas, prostitutos todos ellos. Ya los vecinos de la zona se habían quejado varias veces en la delegación, sin conseguir a la fecha que lograran encerrarlos o moverlos de ahí.
Justo cuando pasaba enfrente de ellos un auto se detuvo a lado de él.
-Subes?
Torsten se quedó mirando al conductor, éste abrió la puerta.
Torsten sin pensarlo, dominado por la incapacidad de tomar decisiones o siquiera pensar,
se subió.
"Marica! vete a tu esquina cabrón!", le gritaron las locas verdaderamente
ofendidas y encabronadas.
Llegaron a un motel, de ésos que tienen lugar para coche con cortina justo fuera de la habitación. Se bajaron del coche y entraron.
- No hablas mucho precioso...ten, te pago por adelantado. Así está bien?
El joto se aecercó a Torsten y le guardo la lana en la bolsa de atrás y aprovechó para apretarle las nalgas mientras le besaba y le mordisqueba el cuello.
Era un señor de aproximadamente unos 55 años,
de esos que tienen familia de día y de noche son re putos.
Torsten ni se inmutó.
El joto seguía fajándose al bulto mientras lo iba desvistiendo sin obtener respuesta alguna,
ni una sóla caricia o arrimón de camarón; pero uno estaba perdido por la lujuria y el deseo
y el otro nomás perdido.
Al cabo de un rato el joto terminó su asunto y no entro en detalle
porque fue verdaderamente desagradable.
El tipo dejó el cuarto no sin antes mentarle la madre a Torsten:
- Mejor me cojo a una almohada pinche maricón! vas y chingas a tu madre!
Nuestro amigo siguío acostado en la cama boca abajo sin voltearlo a ver. Al cabo de un rato se vistió y salió a caminar. Pasó frente a un puesto de tacos; el olor a suadero lo hizo salir del trance.
Se llevó la mano a la bolsa y sacó el dinero que le habían pagado por ser un muñeco y prestar el culo. Mil pesos.
Después de tanto tiempo sin expresar emoción alguna, puso cara de sorprendido,
una ligera mueca pues...y pidió sus tacos, 3 campechanos con todo. Luego otros 3.
Acabo de comérselos y se dirigió a su casa.
Después de una larga noche, exhausto, se dejó caer en la cama.
...aquí aprovecho para hacer una pausa porque ya me dio hambre y el antojo...voy por un taco.
Absolutamente todo tirado, los trastes en el fregadero sin lavar
y apliados aùn con restos de comida.
Ropa sucia por todas partes; en el piso, en las sillas y mesa,
en el baño, en la recámara y sobre la cama.
El pobre muchacho llevaba un mes sin salir de su casa
y su semblante era como de un muerto viviente, no precisamente zombie;
Más bien como si se le hubiera podrido el alma.
No sabía ni en qué día vivía, las noches y días transcurrían sin que se percatara de ello.
Ni siquiera estaba en su cama, se encontraba tirado en piso de la sala entre ropa sucia y su propio vómito. El mal olor ya se colaba hasta el pasillo y había llamado la atención de los vecinos.
Varios de ellos, molestos, habían ido a tocarle la puerta sin que les respondieran.
El casero, notificado por estos, decidió irrumpir en el departamento.
La escena que se encontró lejos de hacerlo enojar le conmovió.
Sintió profunda lástima por su inquilino y decidió ayudarle, se llevó a Torsten a su casa y le pagó a la señora que hacía la limpieza del edifcio para que recogiera, ordenara y limpiara todo.
La seño le cobró caro, un mes de sueldo enterito por limpiar aquello.
Torsten estuvo 3 días viviendo con su casero y al cuarto lo regresó a su casa sin haberle logrado sacar una sòla palabra pero entre la esposa del buen samaritano y éste consiguieron meter a Torsten a la regadera y lo bañaron. También lograron hacer que comiera algo, no mucho, unos sorbos de sopa nada más.
Un domingo en la noche, las 12. Torsten sin siquiera pensarlo salió de su casa.
Deambulaba por las calles y podría decirte que ni siquiera pensaba en algo,
era la nada apoderada de su mente.
Llegó a una esquina donde había varios chavos echando relajo, más bien platicaban a gritos y soltaban groseras carcadas. Era una bola de maricas, prostitutos todos ellos. Ya los vecinos de la zona se habían quejado varias veces en la delegación, sin conseguir a la fecha que lograran encerrarlos o moverlos de ahí.
Justo cuando pasaba enfrente de ellos un auto se detuvo a lado de él.
-Subes?
Torsten se quedó mirando al conductor, éste abrió la puerta.
Torsten sin pensarlo, dominado por la incapacidad de tomar decisiones o siquiera pensar,
se subió.
"Marica! vete a tu esquina cabrón!", le gritaron las locas verdaderamente
ofendidas y encabronadas.
Llegaron a un motel, de ésos que tienen lugar para coche con cortina justo fuera de la habitación. Se bajaron del coche y entraron.
- No hablas mucho precioso...ten, te pago por adelantado. Así está bien?
El joto se aecercó a Torsten y le guardo la lana en la bolsa de atrás y aprovechó para apretarle las nalgas mientras le besaba y le mordisqueba el cuello.
Era un señor de aproximadamente unos 55 años,
de esos que tienen familia de día y de noche son re putos.
Torsten ni se inmutó.
El joto seguía fajándose al bulto mientras lo iba desvistiendo sin obtener respuesta alguna,
ni una sóla caricia o arrimón de camarón; pero uno estaba perdido por la lujuria y el deseo
y el otro nomás perdido.
Al cabo de un rato el joto terminó su asunto y no entro en detalle
porque fue verdaderamente desagradable.
El tipo dejó el cuarto no sin antes mentarle la madre a Torsten:
- Mejor me cojo a una almohada pinche maricón! vas y chingas a tu madre!
Nuestro amigo siguío acostado en la cama boca abajo sin voltearlo a ver. Al cabo de un rato se vistió y salió a caminar. Pasó frente a un puesto de tacos; el olor a suadero lo hizo salir del trance.
Se llevó la mano a la bolsa y sacó el dinero que le habían pagado por ser un muñeco y prestar el culo. Mil pesos.
Después de tanto tiempo sin expresar emoción alguna, puso cara de sorprendido,
una ligera mueca pues...y pidió sus tacos, 3 campechanos con todo. Luego otros 3.
Acabo de comérselos y se dirigió a su casa.
Después de una larga noche, exhausto, se dejó caer en la cama.
...aquí aprovecho para hacer una pausa porque ya me dio hambre y el antojo...voy por un taco.